Decorado del Anda:
Procesión del Sagrado Corazón de Jesús, en sus Dolores Internos.
Un año más recordamos las apariciones que Madre Encarnación Rosal tuvo. Es impresionante que ya han pasado 155 años de aquella fecha. Como una conmemoración la Venerada Imagen de este Oratorio, saldrá en el anda grande, la misma que utilizó para cuando se recordaban los 150 años.
El mensaje de este año está muy enfocado en dos ideas: La Resurreción de Cristo, que vino al mundo, que nos apoya y ayuda y que muere después de una trágica escena. Pero que vive. Y ninguna visón o revelación tendría sentido si supieramos que aún sigue en una tumba.
Si Cristo no resucitó de nada nos sirve nuestra fe. San Pablo nos lo dice, lo más importante es que su victoria nos demuestra el amor hacia nosotros y su poder para ayudarnos a soportar y a vencer cuánta batalla se nos presente contra el enemigo.
Entendemos ese amor, desde ese órgano que es el Corazón. Uno que sufre, pero que ama, que es misericordia. Por algo San Juan nos describe el hecho de que hasta la última gota de sí mismo dió. Y ¿cómo le hemos pagado? con ingratitudes e indiferencia.
Pero si nuestra primera idea es reconocer a Jesús como el Salvador, el que resucitó, la segunda nos demuestra que ese amor se da a todos, pero sobre todo a aquellos que le pedimos poder seguirle. Muchos queremos ir al cielo, sólo reconociendo a ese Cristo Resucitado, que murió y resucitó para darnos una vida nueva se puede.
La letra de la canción del grupo Dei Verbum, nos pareció adecuada para ejemplificar, a ese Jesús bueno y amoroso que toda su vida hizo el bien en la tierra, que vive y sigue siendo tan misericordioso como siempre.
Han pasado 155 años de sus apariciones en Guatemala, pero muchos muchos, muchos más años de su Resurrección, y si celebramos este acontecer no queda duda que sabemos que Cristo no quedó en una tumba, y que su amor a pesar de los 10 dardos que le clavamos sigue y perdura porque nos aprecia tanto que dió su vida por nos.
Detalle del Adorno
Se presenta un camino rocoso, con diversidad de plantas. Un hombre pide auxilio y perdón ante esa ruta que nos lleva al que es la Vida.
Se presenta una roca de donde se yergue majestuosamente la bella Imagen de los Dolores Internos del Sagrado Corazón de Jesús, vestido con un traje típico de Guatemala. Es una reinterpretación del traje utilizado por los índigenas en la época colonial, para ir a misa.
Con el banderín de gloria, aplasta un craneo símbolo de la derrota de la muerte y de su resurreción. Del otro lado palomas alzan el vuelo, recordando esa paz que sólo Él da.
Cierra el conjunto un arco, que nos recuerda la tumba vacía, orquídeas como recuerdo de sus apariciones en Guatemala. Todo ambientado en matices verdes y azulados.
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