"Padre, si quieres, aparta de mí este cáliz; pero no se haga mi voluntad, sino la tuya."
San Lucas 22, 42.
¿Cuántas veces pedimos no llevar nuestra cruz? ¿Cuántas veces lloramos por nuestro destino? Acaso no podemos tomar esa situación invariable y convertirla en verdaderos actos de amor, de perdón...
Jesús se ha hincado, por decirlo así, en el huerto y le pide a su Padre, que le quite esta pena, pero reconoce que la voluntad del que le envió debe prevalecer sobre la suya. Por eso dice: " si quieres, aparta de mí" Está consciente de los que debe hacer, pero como ser humano también le da miedo. ¿A quién no le daría un "shock" al saber lo que va a sufrir? ¿Más si es tan fuerte como la Pasión de Cristo?
Hoy estamos frente a tantos caminos que hay que enfrentar, que nos dan tanto miedo. Y, sí muchas veces decimos: "aparta de mí este cáliz". Entonces es allí donde nuestra fe tiene que afirmar nuestra confianza en Dios. "no se haga mi voluntad sino la tuya" estamos en el año de la fe, el versículo que meditamos con esta alegoría procesional, nos haga reflexionar, no por los dolores y las penas, los sufrimientos y los vicios vamos a renunciar a nuestra cruz y hacer la voluntad de ¿Quién?.
Al contrario que nuestra pesada cruz, que es más liviana que la que Cristo llevó, nos invite a tener fe y a decir con Jesús, que no se haga mi voluntad.
Detalle del adorno:
Se observa una planicie rocosa, recordando el Huerto de los Olivos. Toda la decoración en distintas tonalidades verdes, que recuerdan nuestra esperanza en el Señor. Contrapuesta a la vegetación café, símbolo del peso de nuestra cruz. La imponente Imagen de Jesús Nazareno de la Divina Misericordia, al medio del anda, nos recuerda el episodio del huerto y al vez la aceptación del mismo.
Sea su voluntad así en la tierra como en el cielo.
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