dulce refugio y consuelo piadoso de
todos los afligidos! Por aquella
confianza y autoridad de Madre con
que podéis presentar nuestros ruegos
al que es árbitro soberano de nuestro
bien empeñad una y otra en favor
nuestro. Conseguidnos el reformar
con el Santo Rosario nuestras vidas,
estudiando en tan dulce libro la fiel
imitación de vuestro Hijo Jesús, hasta
que podamos adorarlo y amarlo por
todos los siglos de los siglos. Amén.
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